Ahí va, a cambiar otro billete arrugado y sucio con las esquinas caqrcomidas y pegado con celo para no romperse y perder el poco valor que tiene. Fíjate como el camarero le da unas monedas, algunas brillantes y nuevas y otras sucias y herrumbrosas. Poco importa al fin y al cabo porque todas se precipitan en un santiamén hacia el aparato digestivo de la máquina tragona que no le escupe estrellas. Fíjate cómo se hurga desesperado en los bolsillos buscando en vano una última oportunidad en forma de moneda y cómo sale del bar porque ya no tiene, y se detiene y mira al cielo porque ahí hay más de tres y tres mil.
Yo soy ese señor.

12 comentarios:
C O M E T A
C O M E T A
C O M E T A
C O M E T A
C O M E T A
C O M E T A
C O M E T A
C O M E T A
C O M E T A
C O M E T A
joder javi dejalo ya tio, me toca la polla jajajajajaj
no vuelvo a intentar un aereo en la vida
juapo carallo!!!
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