
Mamá siempre le decía "no te metas en líos", y él siempre le respondía "no te metas en mis asuntos".
Aún así era su favorito y por su culpa se pasaba las noches llorando. Eran los buenos tiempos, porque desde que apareció tirado en el suelo de su habitación con la guitarra en una mano y una jeringuilla en la otra, llora por él noche y día.
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