19 may 2014

A DIARIO: ¡QUÉ BUENO QUE VINISTE!


I
La bienvenida 

Te vas lejos para extrañar porque sólo se extraña lo que está lejos y cuando vuelves, cambiado y lleno de historias, se te olvida lo lejano y el tacto del mármol resulta tibio.
Amigo. Amiga. ¡Qué bueno que viniste!











II
La Luz

La luz tiene el poder de convertir la oscuridad en luz, mientras que la oscuridad se ve impotente para convertir la luz en oscuridad.














III
Agua

Yo no quiero, ni por asomo, pasar sed un sólo día en mi vida. Debe ser horrible eso de pasar sed.
Al agua me voy. 
... A empaparme, a jugar como cuando estaba en un feto. A volverme embrión, original, primario.
 A ver cómo me envuelve la vida, que a veces está caliente y a veces está fría.
Yo solamente quiero agua. 
Entiéndame madre ...Y perdone. 
Tal vez naciera para perder. Para no llegar tan allá. Para mirar a los otros desde la distancia, sin hablarles, tras una ventana, quieto. Yo eso lo se. Lo que es, es. 
Ya no puedo alcanzarles. Perdóneme madre. Ya no vivo de sus monedas y todo cuanto tengo lo puede transportar una mula. 
¡Quitádmelo todo! Adelante, juro que me da igual. Pero no me privéis, ¡os lo imploro!... Sin agua no podría. 







  














IV
La fiesta

Lo que aquí verás es real y está vivo. No es más que un grupo de amigos que se reúne para cantar y beber. Se acaban olvidando de todo, incluso de las diferencias que existen entre los hombres. Nada, salvo la música, importa en esto que verás. 
A algunos la guitarra les rescató de la muerte. Otros viven en una residencia de la que sólo salen para venir a cantar. Muchos acaban llorando y los aplausos son su alimento.
A mí me ofrecieron Ribeiro, calor y un hueco entre sus cuerdas.
Yo brindé en silencio mientras trataba de apaciguar el pecho.
Y la fiesta se mantuvo viva, cantando, como niños, en voz baja para que los vecinos no protestasen.
Y uno tarareó que la vida sin pasión no es vida.


















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