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Parándome a pensar caí en la cuenta de que no habido en toda la historia asesino tan sanguinario como el tiempo. No distingue de edades ni sexos y además actúa y acturá impune por siempre jamás por una sencilla razón.
Imagínate que la policía (que también es blanco de su cuchillo) le detiene. Si se sentara ante un tribunal ni un jurado de yonkis o putas le libraría de la perpetua o de una buena descarga en la sien en base a todas las muertes que firmó. Pero, enjaulado el asesino, ¿qué diría el anciano que espera a morir sin un hueso que no le duela?, ¿y la pre-mamá que alberga desde hace 7 meses una criatura en tu tripa?, o, es más, la que habiendo parido se verá obligada a cebar papillas por siempre jamás a un hijito baboso y blandurrón que no llega al año.
Habría tal revuelo popular en favor de la liberación del asesino que, previendo semejante caos, la policía es la primera en hacer la vista gorda colocándose una benda bien grande en los ojos así nadie se molesta en condenar las cuchilladas que nos asesta a diario.
Las velas húmedas no iluminan, por eso yo soy tan oscuro, tan negro.
¿A caso no ves que la cúpula de mi techo es de cera y se cae a pedazos?. Gotas densas, biscosas y deformes bombardean el suelo que no viene a cuento barrer por lo poco que tardaría en ensuciarse de nuevo, y además la mayoría de la gente es como las olas.
No pierdas el tiempo buscándole significado a todo esto.
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