Mala para el mar. Buena para caminar.
A los edificios, que son árboles girses y sordomudos, eso les da igual porque cemento y viento se llevan bien, nunca discuten y cada uno se ocupa de sus propios asuntos.
¡Cómo me gusta pasear por una ciudad extraña!. Ser un extraño y perderme. Observar papeleras, charcos, andamios y alcantarillas y la gente que las perturba a cada paso con gritos y muecas.
Soy libre porque no tengo casa. Nada ni nadie me espera. Qué bien cuando hace sol, pero cuando llueve...
En Bilbao se dieron cita la cerveza y el vino en la plaza de hierro y agua la tarde del derbi mientras yo, arrinconao al fondo, me comía un helado de avellana que me dejó los labios pringosos y dulzones.
Más tarde en el metro, personas como edificios (cada uno a lo suyo), componían un colás arquitectónico variopinto a son de raíles que traqueteaban y yo, que deletreaba su nombre aún cuando el mío ni lo recuerda, veía mi estación más cerca, desdoblaba el billete hecho añicos y me dejaba llevar por las escaleras mecánicas lejos del agujero de la estación hacia una calle que moría poco a poco abrazando la tarde y esa brisa con la que nunca discute.





5 comentarios:
Me quedo con esta:
http://2.bp.blogspot.com/-BI_8cuP7j5g/TbaMhbfQhEI/AAAAAAAAIVc/AJ93ijcGQBs/s1600/3.JPG
wualaa! pedazo fotos, la pelicula analogia verdadera? me gusta mucho. un saludo
"porque cemento y viento se llevan bien, nunca discuten y cada uno se ocupa de sus propios asuntos".
Bravo. Y fotazas. Qué buen ojo.
Guapas fotos, guapa entrada y guapa ciudad.
que bueno legi. Y que bueno Bilbao....allí todos nos sentimos como en casa, por algo será.
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