19 mar 2014

LA MUERTE DEL TUBO


Que el tema de las nuevas tecnologías nos devora y nos sobrepasa ya no es un secreto.
Desde hace unos años lo que no se fotografía, directamente, no existe.
Si tu te vas de vacaciones o de excursión al campo y te olvidas la cámara (mejor dicho, el móvil) y te vuelves sin fotos es como no haber ido. La memoria ya no sirve para nada. La necesidad de mostrar al resto se impone a la propia vivencia de uno mismo.
Eso es algo inevitable que nos afecta a todos.

Después vino el tema de hacer pública la rutina de cada uno de forma compulsiva. A cada momento. Desde enseñar el desayuno o la cena, hasta la taza de café, las piernas cruzadas en un banco de la calle, la puta autofoto en el espejo del portal, la canción que acabas de escuchar en espotifai o incluso el estado de ánimo que nos gastamos: "aprobé el examen, me siento satisfecho", "comiendo frixuelos con mi abuelita, me siento nostálgica", "me acabo de meter una sartén por el culo, me siento entusiasmado".
Somos yonkis de lo inmediato. Todos. Eso hace que las cosas sean más efímeras.

Antes te pasabas meses enteros hablando de cómo surfeaba Andy en tal vídeo o de la entrevista polémica que le habían hecho a Roby Page. ¡Incluso te escuchabas un disco de principio a fin!.
Ahora queremos cosas constantemente y las queremos YA. 
Al rato ya están casi olvidadas.
Eso es algo irremediable que, como digo, nos afecta a todos porque todos nos dejamos llevar por el carrusel. 
Todo esto está más que asumido.

Lo que sí me está empezando a llamar la atención especialmente es la violación de una de las cosas más íntimas que hasta ahora conocía.
Yo hago surf, y cualquiera que coja olas puede decirte que la meta, el momento, el fin último es hacerse un tubo. Buscar, como machos, el agujero es el meollo de todo ésto. 
Eso es, ir por dentro de la ola mientras ésta te envuelve. Es una sensación jodida de explicar, por eso es tan buena. Es difícil de conseguir porque no sólo depende de ti sino de una serie de combinaciones y tan solo un par de segundos te compensaba años de frustración.

Antes te hacías un buen tubo y era un momento íntimo que te guardabas mucho tiempo. Te inyectaba adrenalina y lo visualizabas una y otra vez. Era algo entre tu y el mar. Era la hostia.
Ahora llega la GO.PRO y esa conexión íntima... ¿se va al garete?. 
Parece que la peña deja de tubear para sí misma transformándolo en un escaparate que mostrar a los otros. Lleva cámaras en la boca, cámaras en palos, cámaras en la cabeza... Y todo para terminar haciéndose una auto foto con el labio cayéndole y la bocaza abierta. ¿Qué pasa, qué ya ni ese momento nos lo podemos guardar para nosotros?
Tal es el la voracidad que un día de tubos hay más cámaras que quillas en el agua. Todos con cachibaches y artilugios que no se pierdan un pixel de esa cara de hero duchada. Parece que se afanan más en mover bien la cámara (yo-tubo-yo) que en acariciar la pared o, simplemente, dejarse llevar sin hacer nada.
A mí me parece triste, no se a ti.
Ya no tubeo en silencio. Ya no salgo del tubo y me llevo las manos a la cara. Ahora salgo del tubo y le doy al off. Jevi.

Luego está la postura opuesta: el que ya está hastiao de hacerse tubos sin si quiera haber estao ahí. Y es que últimamente yo tengo más visto Pipe desde dentro que mi picha cuando meo y eso que mi surf no da para entrar al agua ahí. 
Antes esa visón estaba reservada a unos pocos. Bien a los valientes que le echaban un par de pelotas y se jugaban el tipo, o bien a los que tenían el suficiente nivel como para hacerlo. Hoy ya no. Hoy ya es un circo de renovaciones diarias que hasta le están quitando su gracia a lo más sagrado. 
Be a hero, dicen. ¿Qué necesidad había de ser un héroe? Te habías hecho un tubo (para ti) y punto. Qué cojones.
Ser un héroe sonaba a chiste. Se trataba de vivirlo tú. De guardártelo para ti. De vivirlo. 
No se tío. Tanto mostrar, tanto mostrar.... ¿No se nos olvidará sentir?

Ya me veo proyectando holográficamente mis sensaciones en 3-d en el momento morir. O retransmitiendo, gracias a mi GO-PRO cómo me tiro por la ventana. Seguro que se hinchaban a vender carcasas duras para que mis amigos pudiesen rescatar el material y ganarse unos cuantos likes.


2 comentarios:

STRINGER Surf art blog | Pedro Ramis dijo...

La tecnología no es el problema, sino el uso que se hace de ella. Y más que el uso (una buena foto del interior de un tubo puede ser arte muy interesante), lo peor es el abuso: la repetición, la copia, la falta de originalidad. Eso lleva al hastío que comentas, a la falta de entusiasmo y la pérdida de la sensación auténtica. Gran reflexión, Legi.

legi dijo...

Claro que sí Pedro, ¡no te falta razón!
Pero lo peor de todo, a lo que yo me refería, es que la mayor motivación a la hora de entrar ahí dentro parece que es la de conseguir un clip en vez de la de estar ahí porque sí. Solamente estar.

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