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Pumba. Hala. Subluxación en el dedo gordo del pie. Ésto aquí no te lo podemos colocar, coge este volante y vete con él a Urgencias. Así que llego y espero y espero y me duermo. Cuando me llaman estoy soñando con unas alfombras raras y tengo 5 tipos mirándome. La cosa esa de bata blanca me dice que me tengo que operar el pie, que el hueso no va a volver al sitio y se trata de algo crónico y degenerativo. Yo digo, vale, lo que tú digas, ¿firmo debajo o encima? y me piro y tiro de plan B porque el A es A de ambécil. Tío yo no te obligué a ser medico, ¿sabes?. Si la peña te la suda haber sido buzo profesional, qué se yo. El caso es que el plan B se ríe del diagnóstico del del A y me manda, simplemente, hacer unos ejercicios y reposar y estirar e ir a ponerle una vela a San Antonio. Hoy tampoco hay olas. Pfff ni te imaginas lo que me la suda. Como apenas puedo caminar, este plato que nos llevamos comiendo una semana a mí me viene de perlas e incluso me alegro, de ahí que tenga tan mal karma que no haya habido un solo día en lo que va de año en el que no haya sentido dolor.
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