20 mar 2013

RÍO DE GRIPE

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Y a continuación procedo a describir cómo me imagino un río formado por los escupitajos de todos los que en un año padecen de resfriado.
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Ante todo tendría un caudal lento y perezoso. Se movería tan suavemente como un lagarto con las piernas de atrás amputadas y la subida del caudal quedaría registrado en las rocas de la orilla con una blanquecina línea de espumarajos que acabaría por secarse y desaparecer tras adquirir una desagradable textura rugosa.
El sonido de las cataratas y los rápidos del río no serían estruendos vivaces ni fuertes como de costumbre sino más bien sonarían a gárgara de asmático. Algo viscoso y pesado que podría incluso recordar a un cocido de abuela al hervir.
El hedor en verano sería insoportable en el lecho del río a causa de la infección que porta sus aguas flemáticas. Yo me imagino ese tufo como el aliento de un borracho que se duerme con la boca abierta después de vomitar y al que al pobre se le ha quedado algún tropiezo perdido en algún recóndito lugar entre la mejilla y la encía.

Si te caes te será muy difícil sobrevivir ya que nadar en aguas tan densas, más bien mocos acatarrados, es un acto que desafía la física. Para empezar un asco terrible te invadiría el cuerpo nada más notar esa tibia invasión de gérmenes que te succionarían como el almíbar al melocotón o el líquido amniótico al bebé facilitando el que te agotes y acabes abriendo las compuertas de tu boca a todo un aluvión de saliva podrida que te infectaría al instante. Las arcadas, tanto por su sabor amargo como por su gelatinosa condición, aumentarían cuando te imaginases lo que en realidad es: enfermedad humana en forma de baba y su procedencia: millones de gargantas infectas que sirven de afluente al río. Para entonces ya tendrías los pulmones llenos de maldito escupitajo y al río solo le quedaría por barnizar tu coronilla antes de terminar de tragarte.
Te hundirías en un fondo grisón y con burbujitas en el que no se vería ni a un metro de distancia ni habría más rastro de nada que otros cadáveres o troncos o cosas en avanzado estado de descomposición y muertas, en todo caso, por asfixia o por ingesta masiva de venenosa gripe. Eso no se sabe.

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