Hay días que todo se vuelve raro así de repente. Hay días que empiezan mal y acaban bien o empiezan mal y acaban peor. Hay días sin más y días que te cagas, los menos, pero los hay.
Está bien conservarlos y no dejarlos pasar. Tampoco conviene olvidarlos para aprender de ellos en la medida de lo posible (por tonto que parezca algo siempre se saca en claro).
A mí me gusta hablar, o mejor dicho, echarle un vistazo a mis días. Puede que hasta pasado un tiempo resulten graciosos: la mierda de olas que cogemos (aunque en las fotos parezca que se ponen para volar), las gilipolleces de las que hablamos mientras nos tomamos un café en vaso grande antes del segundo baño. Las sombras y las luces, el tiempo en la carretera y sobre todo la gente con la que comparto toda esta mierda...
La rutina y el día a día... mi vida desenfocada y con una medición de luz errónea, sobre eso va esta sección que es un diario, mi a diario.
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