Cuando reparé en que las verjas por las que iba trepando eran las costillas de mi perro muerto me
entraron tales arcadas que me dejé caer de espaldas y justo cuando iba a estrellarme
contra el suelo: ZASSS, desperté y allí seguía tirado.
Sabía que la cosa no pintaba bien porque la herida estaba ya
tan podre que ni me dolía, aún así reuní el valor suficiente como para mirarla
y vi cómo cientos de larvas devoraban mi
pierna sin haberse percatado de que aún me quedaba algo de vida. Las aparté con
rabia como si fuesen migas de pan después de comer un bocata y ni siquiera noté
el contacto de mi mano sobre los tendones ennegrecidos que reposaban en la
arena. Eché sobre algunas de ellas un escupitajo blanco y espumoso en señal de
venganza y mantuve un rato la mirada sobre sus cuerpecillos viscosos retorciéndose
por no morir. Eran como gotas de leche furiosas. Jodeos hijas de puta.
Junto a mí estaba mi compañero, boquiabierto y sin vida
desde hacía tres días. Su boca era un agujero negro, profundo, ovalado. Seguro que
si pudiese hurgar en ella notaría en mis dedos un tacto rugoso y tibio, como de
moqueta, y no hallaría rastro de olor alguno. No sé
por qué le metí un puñado de tierra en la boca.
Me dediqué a jugar con su cadáver, a tratar de quemar la
piel utilizando sus gafas como lupa solar, a mover sus labios mientras yo
hablaba, a colocarle matojos por sombrero. El muy cabrón seguro que acabaría
atrayendo coyotes. Lo tenía bien merecido.
Pero también me cansé de su carota grotesca y miré al
horizonte. El horizonte se movía por acción del calor, se reía de mí en mi puta
cara y me hacía cortes de manga. Tienes suerte que no pueda echar a correr
pedazo de cabrón.
Por mí el mundo puede
terminarse esta misma noche, ya hay poco que ver y nada que amar. Arded! Pero seguro
que se pone a llover en cuanto prenda la hoguera. Y así comencé a reír cada vez
más alto y más profundo hasta que de la garganta empezó a salirme sangre negra
y la cámara y las palabras se alejan de éste lugar de locos con cadáveres
comiendo tierra, larvas buceando en saliva y un aspersor de locuras pues no
está hecho el hombre para volar ni todas las historias para ser comprendidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario