Personajes
1. Un trampolín
2. Una silueta
3. Un reflejo sonriente en el agua
Acto I
La silueta tomando impulso sobre el trampolín. Cuando los pies de ésta lo rozan, el trampolín le habla. Cuando pierden contacto (por estar suspendida en el aire) el trampolín reflexiona para sí mismo.
Bajo ellos, una serie de reflejos aparecen y se desvanecen en la superficie del agua: caras sonrientes.
- Trampolín: No lo hagas. ¡Vuelve!. ¿No ves que sus sonrisas se van con las nubes?
- Silueta: Pero son un destello de luz. Y el mundo castiga a quien vive en la sombra.
- Trampolín: Si les escuchas mueres. Dejarás de ser tú. Ni se molestan en comprenderte. No están hechos para eso.
- Agua: invitando, susurrando, sonriendo...
- Silueta: No puede ser como dices. Tengo que confiar en su luz, su blanca luz... ¿Acaso no son blancas todas las cosas puras?. Y ha de ser menos cojo el cojo cuando se apoya.
Acto II
El tiempo se ralentiza y con la silueta suspendida en el aire el trampolín piensa.
- Trampolín (aparte): Dicen que a veces se sentía joven de nuevo, con ganas de intentarlo todo, como si hubiese perdonado a la vida. Otras, en cambio, se encerraba en sí mismo y ni su colección de discos de la vieja Jamaica le devolvían el brillo a los ojos.
Dicen que vivía aislado de un mundo que no le comprendía. Que su mirada se desvanecía como humo cuando contemplaba los horrores de lo cotidiano, y todo lo acaba siendo tarde o temprano.
Jamás se echó atrás. Eso lo sé yo ¡Claro que sintió miedo!, pero era valiente: una criatura salvaje, su propio camino. Por eso nunca nadie le amó.
Supo caminar a oscuras, cegado, palpando, viendo con las manos y apartando las piedras a patadas.
La noche no fue capaz de pararle y acabó escribiendo palabras tan bellas que harían llorar al más fuerte.
No era ni dios ni demonio porque existía al margen del hombre y eso, que le hacía único, acabó terminando con él porque nunca nadie le amó.
...Un mundo extraño, hecho solamente para los que son muchos.
...Un mundo extraño, hecho solamente para los que son muchos.
Acto III
El salto de la silueta.
Vuelve el tiempo a transcurrir con normalidad. Sigue la silueta tomando impulso pero ya no habla con el trampolín. Ambos en silencio. Finalmente ésta se decide a saltar.
- Trampolín (gritándole a la silueta en referencia a los reflejos del agua): ¡Miralos! ¡Míralos! ¡Observa sus sonrisas! ... Esos dientes que son cuchillos.
- Agua: invitando, susurrando, sonriendo...
- Y se desnuca la silueta porque sólo había dos palmos de agua.
FIN
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