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Acabo de decidir que voy a dedicarle la próxima semana del blog al tema de la violencia de modo que todos los posts que suba tendrán ese nexo común de un modo u otro.
Quizás sea aburrido. O no tiene por qué ¿no?. Puede que sea una idea del carajo, es más, tal vez vuelva a hacerlo, no se. ¡Cómo que no se!. ¡Qué mierda es esa!. Joder, pues eso, tranqui, no se.
Bueno, a lo que íbamos. Inauguramos las jornadas ultraviolentas con La Yakuza
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Bueno, ya sabéis que la Yakuza es la mafia japonesa. Y si le dedico este primer post ultraviolento es porque estos días leí que el fotógrafo Anton Kusters le dedicó dos años a un proyecto (que ha culminado en libro) centrado en esta organización en el que muestra todos sus entresijos y demás cosas que me resultaron interesantísimas.
Estos samurái fueron convirtiéndose poco a poco en guerreros mercenarios. Al principio protegian poblados y sociedades a cambio de comida y alojamiento, pero con el paso del tiempo y a medida que la sociedad también se corrompía, sus actividades fueron siendo más turbias: cazarrecompensas, tráfico de alcohol, tráfico de armas, drogas, extorsiones e incluso, actualmente, temas relacionados con banca y blanqueo de capital.
Todo este origen ancestral hace que la organización, pese a su actividad, siga rigiéndose por un estricto código de honor basado en el respeto y la fidelidad entre la jerarquía de sus miembros, la cual se representa a través de tatuajes en los cuerpos de cada miembro. Cada animal tatuado tiene un significado, así como la zona tatuada y el tamaño del dibujo. Es decir, la Yakuza conserva en simbolismo clásico heredado de toda la iconografía del Japón antiguo.
Del mismo modo los castigos también son infringidos para que la metedura de pata en cuestión no pase desapercibida: amputaciones y todo eso. También las amenazas y avisos son enviadas en sobres y paquetes finamente cuidados. Es decir, un universo con un lenguaje propio aunque muy fácil de entender.
Hoy poy hoy la Yakuza es la organización criminal más extendida (numerosa) y la más antigua.
Como anécdota decir que, debido a su orgine samurái, en el terremoto de Japón de 2011, sus miembros formaron una especie de "ejército" que desempeñó labores humanitarias desinteresadamente.
Viles o no y mezquinos o no, por lo menos honorables.
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