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Cuando te enseñan algo nuevo te obsesionas y te flipas.
Estudiando foto, al principio, el blanco y negro era la hostia porque era muy artístico y muy elegante y ninguno de tus colegas hacía fotos en blanco y negro y al no existir el problema de la saturación o los tonos resultaba más sencillo camuflar tu torpeza.
Luego viene el profesor y te dice que el color también tiene su punto. Pero tú dices: que te den, el blanco y negro mola más. Es la hostia, más puro, más intenso, más dramático a la hora de transmitir y no entras en razón. Entonces al profesor no le queda otra que enseñarte el libro que Alex Webb hizo sobre los trópicos y acabas viendo cómo el color es temperatura y olor y textura y distancia y te haces un lío y no sabes qué es mejor y entonces vuelve el profesor y te dice: no hay nada mejor ni peor, solo cosas más o menos adecuadas para cada momento.
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