Si damos por sentado que al cielo van los buenos, el cielo estará lleno de animales ya que los animales carecen de conciencia y no pecan. Si cagan en jardín ajeno es porque tienen ganas de cagar. Si muerden o arañan es porque se les toca los huevos y si matan es pa comer, de modo que el cielo será un gran zoológico. En todo caso no existen hormigas malvadas.
Dicho ésto, el mal nace con el hombre, con lo cual debió de haber un tiempo en el que existió el bien sin el mal. Sucede entonces que con nosotros llegan la mentira y la traición y Dios se ve desbordado así que necesita un filtro para que el cielo no se llene de otra escoria que no sea el excremento animal.
Bien, como íbamos diciendo, necesita Dios un filtro y decide crear en el subsuelo terrestre un sótano para los malditos regentado por una especie de funcionario cabroncete al que se le incentiva por alma reclutada. Satán es pues un jornalero a jornada completa. Un explotado, como los limpiadores del cielo (anda que ir al cielo a limpiar cacas!, salvo que en el cielo los animales no caguen, que todo tiene que estar impoluto). Un pobre hombre (o ser, o bestia) que sólo se ocupa de cosas de hombres y que, precisamente por eso, ha acumulado tanta maldad y tan mala reputación.
+++
No hay comentarios:
Publicar un comentario