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Tan cierto como que la tierra tiene forma de patata, conste que establezco esta comparación porque me acabo de comer una patata cocida con la forma de la tierra, es que los viajes son, al fin y al cabo, rincones y personas.
Por supuesto que las olas son importantes, claro que lo son, después de todo te vas a buscarlas lo suficientemente lejos como para estar a un par de días de casa, y eso yendo con prisa. Pero a diferencia de antes, ahora que soy más viejo y sé más, he aprendido que no lo son todo.
Como podéis ver Guatemala tiene olas. No son las mejores olas del mundo pero son lo suficientemente divertidas. Que las olas o el surf no me haya marcao no implica que este viaje no lo haya hecho. Probablemente sea en el que más haya aprendido y de que más viejo regrese.
Guatemala me marcó: su gente, su calor, sus olores, su forma de decirme "acuérdate de mí".
Yo sé que también alguien se acordará de nosotros ahora que nos hemos ido.
Cuando algo se acaba otra cosa empieza. Le toca el turno a El Salvador. Más gente, más carretera, más vida... Madre mía lo que nos espera.
¡Y yo que pensaba que ya no se podía ser más viejo!
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fotos
Legi "The Horse"
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