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"Ayer se me cayeron las llaves a la pecera y me puse a cogerlas con un tenedor y acabé matando un pez. Qué surrealista". No perdona, que seas imbécil además de torpe no tiene nada que ver con el surrealismo. Y si aún no lo tienes claro, espero que después de leer ésto sí.
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Para empezar es Surrealismo y no "subrrealismo" ya que no está por debajo de la realidad sino al margen de ella.
El Surrealismo es un movimiento artístico que se originó en Francia durante los años 20's. Su mesías/Papa/mentor/ideólogo era un tipo llamado Andre Breton. Pero para entender lo que Breton trató de comunicar con el movimiento surrealista, primero hay que entender una doctrina de Aristóteles muy sencilla.
Aristóteles es el primero que habla de "ética". Originariamente la ética no tiene nada que ver con el concepto que hoy tenemos de ella, algo por lo que regir lo correcto, lo moral, la buena conducta. Para Aristóteles la ética era el fin último del individuo, es decir, la felicidad. Esta felicidad se consigue, según él, a través de la virtud, que es otro concepto corrompido con el paso del tiempo, pues en origen virtud era sinónimo de libertad, es decir, resumiendo, según Aristóteles, la felicidad se consigue a través de la libertad de cada individuo para ser él mismo y llegar a su fin último a su modo y como mejor considere.
Breton estaba de acuerdo con ésto y trató de extenderlo al arte creando una corriente totalmente libre y ajena a convencionalismos sociales, modas, estéticas y preceptos, de ahí que la semilla del surrealismo sea el mundo de los sueños.
Los sueños son una ventana abierta a las obsesiones, temores y fantasías de cada uno en la que no existen censuras ni tabúes, de ahí que sea la libertad máxima y más alejada de la mano del hombre.
Lo que quería Breton es que esa libertad empapara el arte y que éste se despojase de la frivolidad de las modas, las galerías de museos, la crítica y los mecenas, naciendo así una generación de artístas difícilmente clasificables pues cada uno aplicaba su estilo personal y sin ataduras al servicio del mundo interior de cada uno.
Al contrario de lo que sucede con cualquier otra corriente, en el Surrealismo no se pueden establecer pautas estéticas ya que era un saco abierto de técnicas y estilos (luces impresionistas mezcladas con tazos expresionistas, juegos visuales, engaños ópticos, poesía, fotografías, rayogramas, siluestas, colás, cine...). Pero sí un deseo compartido y común de todos los surrealistas por evocar escenas oníricas nacidas de la exaltación del subconsciente.
Habría que aludir también la importancia que tiene para ellos las nuevas teorías del subconsciente de Freud, para quien cada acto era fruto de una obsesión sexual inconsciente (vamos que si te llevo a pasear por el bosque es porque me gusta caminar entre pollas de 15 metros de altura).
Como el sexo era casi una constante, ellos introducían muchas metáforas en sus obras a modo de simbolismos pues, dado que estamos en los años 20's, no se podía ser muy explícito en ese aspecto.
Un claro percusor del Surrealismo es el Dadá, pero mientras que éste último era puro absurdo, caos, azar y provocación, el Surrealismo es más poético y corresponde al universo interior de cada artista en lugar de a ese azar "porque sí".
El Surrealismo muere cuando un artista se ata a un estilo y se ve sujeto a algo pues en ese momento deja de ser libre, tanto su creación como su búsqueda de la "ética". En ésto tiene mucho que ver con el Punk, pues el Punk era provocar y tocar las narices haciendo lo que te diese la gana sin ataduras discográficas ni tendencias estéticas.
Por este motivo muchos artistas surrealistas experimentan con diferentes soportes y su carrera es un constante salto difícilmente clasificable.
Otros, como Dalí, explotó una faceta y una fórmula que, paradójicamente, anula toda esencia primaria de lo que se suponía que debía ser por muy de loco que quieras ir (la publicidad y las ventas y los millones de pesetas no son lo más liberador, precisamente).
Por eso, pese a ser el más conocido y emblema del movimiento, quizás no sea el más puro ni más representativo. Otros nombres como Max Ernst, Magritte o Giorgio de Chirico (en pintura), Luis Buñuel (en cine), Paul Elouard (en poesía) o Man Ray (fotografía) son mucho más rompedores e interesantes.
Luego llega la Segunda Guerra Mundial y ya no habrá tiempo para soñar sino para comprometerse social y políticamente, lo que supone el fin total para los auténticos surrealistas que supieron pasar página y apearse de algo en lo que creían pero sabían que era caduco. Después de todo en eso consiste el arte de Vanguardia, que no es otra cosa que un proceso de creación constante, frenético, rompedor y original de ahí que haya más movimientos en este primer cuarto de siglo que en el resto de la historia.
La próxima vez que te caiga una llave en la pecera, no digas que es surrealista sino que eres bobo por poner un llavero encima de ella.
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