Ya saben sobre que océano o mar se van a desplazar y hacia que continente. Saben tambien a que país y región se dirigen y en que punto exacto de marea porque no les gustan nada los cabos sueltos. Las olas son enemigas de lo casual.
Saben incluso en que playa se van a morir y, es más, sobre que banco de arena en concreto. Todo esto es cierto. Creételo.
Pero lo más importante de todo es que cada una de ellas ya ha elejido por quién ser (o no) surfeada. Tú estás en su punto de mira desde un principio mucho más lejano del que te crees.
Las olas vienen moviéndose lentamente, dulcemente, sensualmente hacia ti mientras trabajas, estudias o te sacas un moco y ni si quiera te das cuenta porque crees que es solo llegar a la palya y... "zass, ya está, me vino una sin más". Nada de eso chaval, ella te ha escogido de entre todo el ganado para tirarte de la tabla y plantarte un escupitajo de furstración en la cara, o coronarte con la mejor de las satisfacciones al caer un buen giro (que acabas tieso y tocándote la nariz). Por eso sin saberlo tienes un idilio anónimo y abstracto, no físico y casi milenario con un éxtasis tan fugaz como la propia ola que te desliza y te ama.
Y yo, por muy local que sea... QUIEN COÑO SOY YO PARA INTERPONERME ENTRE VOSOTROS!!.
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