"... Tal vez porque estudié en un internado, no me sorprendió tanto el modo de vida de los 'tulkus', las jóvenes reencarnaciones de los grandes lamas tibetanos.
Los niños son conducidos a los monasterios a la edad de 3 ó 4 años y educados para aprender y continuar el trabajo de sus predecesores.
Lo que más me impresionó fue la veneración, el amor y la ternura que rodean a estos niños. Se tiene que hacer un esfuerzo para imaginar lo que debe significar para los tutores, monjes y discípulos estar en presencia de un niño que, para ellos, es la reencarnación de un maestro al que conocieron y amaron.
En estos monasterios, los pocos elegidos son criados como una élite, pero es responsabilidad del niño 'tulku' demostrar que es un gran guía y maestro espiritual en vida.
Tanto si se es budista como si no, no se puede hacer otra cosa que respetar esta transmisión de conocimiento de la antigua sabiduría".
Martine Franck
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