PALABRAS

Me dicen que el mundo son cifras y números. Que todo obedece a una meticulosa disposición de unos y ceros. Puede ser. En todo caso para mí el mundo son palabras. 
Los números son fríos. Como son exactos y no tienen margen de error me los imagino como señores grises con caras largas y trajes bien planchados: si te gusta bien y si no también. Te jodes. Es lo que hay.
Las palabras en cambio son flexibes, juguetonas, amoldables. Son equívocas. Son una especie de puzzle por montar. Qué coño digo, son una especie de lienzo en blanco esperando a ser rellenado por la boca a punto de pronunciar.

Hace algunos años, cuando estudiaba diseño, se me quedó grabada la anécdota que nos contó un publicista con respecto a las palabras: "no todo depende de lo que se diga sino de cómo se diga" empezó contando "quiero decir que el mensaje, aunque importante, es, a veces, secundario. Un día iba por la calle y me cruce con un hombre que estaba sentado en la acera pidiendo. Tenía frente a él una pequeña cesta casi vacía y un cartel que rezaba: Deme una limosna. Soy ciego. Yo me acerqué y después de hablar un rato para ganarme su confianza, le dije que si me dejaba escribir otra cosa sobre su cartón. Él accedió.
Al cabo de unos días volví y le pregunte que cómo le iba y él me respondío que estaba muy contento, que tenía muchísimas más limosnas desde que me había visto y estaba intrigado a cerca del motivo y de qué le había escrito. Y lo que escribí junto a su cesta fue: Es primavera y no lo veo.
El mensaje era el mismo: dame tu dinero, lo necesito. La forma de decirlo no."

Me dicen que el mundo son cifras y números. Yo creo que el mundo es palabras.