Tras realizar algunos milagros curativos rollo Cristo, sintió una llamada y se puso a caminar rumbo a un sitio desconocido e inexplorado para realizar otro mucho más tangible.
Después de cruzar a pie media India y medio Himalaya, llegó al Tibet, que por entonces era un pequeño estado militarista para, en poco tiempo, convertirlo en la cuna de la espiritualidad que hoy conocemos.
Poco antes de morir comenzó a recopilar toda su sabiduría en un escrito que, una vez terminado, decidió esconder bajo unas piedras en una montaña perdida al considerarlo muy peligroso si caía en las manos equivocadas (la nueva y próspera sociedad que había creado aún estaba en pañales y necesitaba madurar)
Confiaba que siglos más tarde, cuando fuese el momento, sería encontrado por quien fuera merecedor del libro, y así fue ya que 600 años después un "buscador de secretos" encontró el escrito sirviéndose de un mapa codificado (basado en números, no dibujado) por él mismo.
Lo que este hombre encontró fue el "libro tibetano de los muertos" escrito en el S.VIII por Padma Sambhava, fundador del lamaísmo y considerado toda una santidad en la India.
En dicho libro Sambhava describe los pasos que da el alma después de la muerte y explica los pasos a seguir por ésta para alcanzar la nueva vida.
Cada paso es un "bardo" y cada "bardo" supone un escalón a la reencarnación. El alma tiene 49 días de prueba antes de renacer y en función del resultado de dichas pruebas (donde nos tendremos que enfrentar a tentaciones, demonios, falsos dioses...) y el karma (el concepto de karma nace ligado al de reencarnación, por eso las acciones que hagamos en vida son determinantes a la hora de determinar la futura) sabremos si ocuparemos un lugar en el cielo, en el infierno o en la tierra, y si es así, en forma humana o de animal.
Esta creencia esta totalmente extendida en el Tibet, donde creen que el alma o conciencia (al igual que la energía, que nunca desaparece, solo se transmite) no muere con el cuerpo, que es una mera carcasa de ahí su inmortalidad. Por eso el proceso funerario del Tibet es único: rompen la columna del muerto y lo ponen en postura fetal, lo cubren con una sábana y lo suben a lo alto de un montaña donde abandonan el cuerpo para que sea devorado por los buitres a modo de última ofrenda como alimento para otros seres vivos. Todo esto, claro, mientras los monjes leen el libro de los muertos para guiar el alma del difunto.
Jevy, ¿no?. Los historiadores coinciden en que es una especie de libro de instrucciones del más allá. ¿A que nunca habías visto nada así?, pues yo tampoco, hasta que ayer ví un documental sobre los egipcios en el que desvelaban todo sobres las tumbas de los faraones (que llegaban a los 3 mil m2 bajo tierra cavadas a cincel) donde las almas de éstos tenían otro libro de instrucciones: los jeroglíficos, que no eran más que modos de empleo para guiar al rey en su otra vida.
Otro día hablaremos de ésto, que es muy interesante y quien sabe si cierto, ya que si ésta gente que dejó como legado pirámides de la hostia, medicina increíble y métodos de iluminación artificial lo creían, quizá los equivocados seamos nosotros, que todo lo sabemos pero dejamos como herencia el tuenti, el ipod rosa y gran hermano.
3 comentarios:
joder legi estás sembrao...
ahora me has dejao intrigao con lo de los egipcios...
"uy cómo mola tu post" serás cabrón...
te tomo la palabra en lo del post peliculero...no te olvides
rip curl siiiiiiiiiirch
pa la proxima avisa con algo mas de tiempu cabron.. que ya habia quedao con un colega!
bueno esto mismo te lo conteste en mi blog pero te lo repito.. ajaj
oye algun libro bueno sobre el budismo y demas temas adyacentes??
ala a cascala
yeah legi!
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