SURFEAR EN EL PATEO

Cojonudo, está libre la mesa del fondo.
Siempre que podemos la cogemos para estar ahí un poco al margen del resto. Un té y hasta hace nada una palmera de esas cubiertas de blaco, azúcar glass, creo, eran obligados hasta que el otro día me dió mal rollo porque al partirla salía una sustancia amarilla que no me dió muy buen rollo. Estos cabrones empezaron a reírse y me decían que era huevo y creedme que tanto que tocaron los cojones que me levanté y fui a peguntar y... efectivamente, era huevo. Tócatelos los huevos, que asco, huevo con hojaldre y azúcar... buaggg, deberían ponerlo en un letrerillo joder, los componentes y eso, ya sabéis. Por eso a partir de ahora al té le acompañará una de chocolate.
A pesar de este tipo de inaudítos contratiempos, la merienda después del baño es lo mejor (hasta que Piña empieza a meterse uvas pasas en las orejas) ya que en el pateo las olas son babas sin fuerza a la alta, cierran todas a la baja, a media marea subiendo hay una especie de escalón que no te deja surfear y si está bajando hay más coriente que en un río.
EL agua está sucia y aceitosa. No hay delfines pero sí compresas. No hay coral pero sí condones.
Los vientos del oeste dejan el mar hecho una mierda y los de este fuerte te impiden coger las olas porque el agua te entra en los ojos como escupitajos asesinos mientras que rompen, como siempe, en casa Dios a unos 300 m de la orilla con treinta patos de por medio. Por lo demás la ola es como Indonesia.
Nos gusta surfear solos y con estas condiciones nos lo aseguramos, por eso el pateo mola, porque es una mierda donde siempre te encuentras a los mismos idiotas masoquitas: Victor y el pesao de Rigui, Juanillo, Javi, Piña, Miguel, Fru y a veces cuando les dejamos también se vienen Iván o César.



















GUARDA PATEO!!