DISECCIONINDO (II)

+++ KUTA +++

Una foto gigantesca de Kelly Slater haciendo otro super aéreo sin despeinarse domina la esquina de la plaza, frente a ella, una anciana desdentada y con los dedos de las manos torcidos rebusca entre la basura algo que llevarse a la boca.
Kuta es una especia de Benidorm surfero plagado de guiris, de turistas, de australianos con la camiseta de Bintang.
Los perros no menean la cola. No tienen fuerzas para ello y se pasan los dias dormitando porlas aceras agenos a los miles de pies que están a punto de pisarles. Tampoco se preocupan de las ratas, saben que éstas van a lo suyo, que hacen como la mujer sin dientes: sobrevivien como pueden sin meterse con nadie aunque su presencia incomode.
Cada noche en Kuta es una fiesta, una oportunidad de oro para emborracharse, lucir el moreno (o el colorado) pulido durante el día y follar.
A la mañana siguiente volverá a amanecer con la calle inundada de fuertes olores que compiten entre sí por emterse en tu nariz. Dependiendo de la hora huele a fritura vomitiva, a crema solar, a mierda, a agua estancada en proceso de putrefacción, a tabaco, a barro, a aceite de motor y a pretróleo, a goma quemada del último frenazo pero sobre todo siempre huele a hambre y miseria.
Kuta no es Indonesia. Si vas allí y no te mueves, traerás una idea errónea de la realidad, pero sí es el epicentro del terremoto surfero de estas islas. Un terremoto de fuerza 100.000 en la escala Richter donde tiemblan más las caderas que cualquier otra cosa.